Ante un problema tan grave como la Covid-19, lo que más preocupa es lo poco se conoce de la enfermedad. Uno de los misterios que permanece sin resolver es el origen de esta enfermedad. Aunque ya transcurrió más de un año desde la detección de los primeros casos, todavía no se conoce con certeza la manera en que surgió la infección y cómo llegó al humano. Por tal motivo la Organización Mundial de la Salud (OMS) alista una expedición a la ciudad de Wuhan en China donde presuntamente comenzó la epidemia que después de transformó en pandemia.
Malestares que permanecen en los supervivientes
Por su parte, al ser un problema tan reciente también se desconocen en su totalidad las secuelas y problemas a largo plazo que genera esta nueva cepa de coronavirus. Hasta el momento se conoce que siete de cada 10 supervivientes desarrollan molestias. Dentro de las más frecuentes se encuentran las siguientes:
- Fatiga.
- Debilidad muscular.
- Pérdida de olfato.
- Depresión.
- Náuseas.
- Arritmia cardíaca.
- Dificultades para conciliar el sueño.
- Ansiedad.
Al respecto, aunque algunas de las señas mencionadas suelen desaparecer después de algunas semanas, otras se han mantenido en los pacientes. Pero ahora en The Lancet se ha publicado la primera investigación a largo plazo acerca de las secuelas que se mantienen por más de seis meses en las personas infectadas.
Para la elaboración del trabajo fueron analizados dos mil 469 pacientes contagiados que fueron dados de alta del Hospital Jin Yin-tan en China. En tanto que las infecciones se produjeron entre el 7 de enero y el 29 de mayo de 2020. De tal forma, todos los supervivientes llevan más de medio año de haber egresado del nosocomio, aunque eso no ha significado que todos hayan tenido un estilo de vida igual al que tenían antes de enfermarse.
Secuelas que permanecen después de varios meses
Lo que se obtuvo es que el 76 por ciento de las personas han continuado con al menos uno de los siguientes síntomas: fatiga o debilidad muscular (63 por ciento), dificultad para dormir (26 por ciento), ansiedad o depresión (23 por ciento). En tanto que algunas personas mantienen dos o más secuelas.
Por otra parte, también se han presentado otros problemas más graves en los supervivientes. Del grupo analizado se reportó el deceso de 33 después de haber sido dados de alta. La mayoría de los casos fue por la exacerbación de la enfermedad pulmonar, cardíaca y renal subyacente. A su vez, tres personas desarrollaron ictus isquémicos y una presentó una embolia pulmonar aguda por trombosis venosa profunda.
Lo que se puede concluir a partir de este trabajo es que la mayoría de supervivientes sufre un deterioro en su calidad de vida. Además este tipo de afectaciones en la salud física y mental permanecen a largo plazo. Hasta ahora se sabe que pueden mantenerse durante más de seis meses aunque existe el riesgo a que nunca desaparezcan.