La Cirrosis, es una cicatrización del tejido del hígado, que distorsiona la arquitectura y anatomía vascular normal, originada principalmente por el abuso del alcohol. Sin embargo, existen otros factores de riesgo como el hígado graso no alcohólico, donde existe un exceso de grasa acumulado en los tejidos de este órgano. Pero, también, se puede desarrollar como consecuencia de infecciones como la hepatitis B y C, deficiencia inmune o encadenada a factores genéticos.
Esta patología va en aumento en el mundo, debido a los malos hábitos alimenticios, la ingesta de alimentos procesados, la falta de ejercicio y el consumo exagerado de bebidas alcohólicas. En México es una de las principales causas de muerte, donde los hombres le llevan una gran ventaja a las mujeres. Además la asociación de la cirrosis con los problemas de diabetes, acrecientan la prevalencia de comorbilidad en la población. (gastroenterologia México, 2018)
Daños hepáticos difíciles de sanar
Sentir molestias en la parte superior derecha del abdomen, puede llegar a representar un síntoma temprano de la cirrosis. En, pero, el cansancio físico, la fatiga, la pérdida de peso y el vómito, también lo son. Ya que, a medida que avanza la enfermedad hay otros indicadores más recurrentes, como inflamación en las extremidades inferiores, hemorragias severas, oscurecimiento de la orina, dificultad para dormir, ictericia y acumulación de líquido en el abdomen.
El hígado cirrótico, se compone de tejido fibroso anormal, impidiendo que pueda regular los niveles químicos de la sangre y secretar la bilis suficiente para descomponer las grasas que serán digeridas posteriormente, convirtiéndose en una condición crítica, que pone en riesgo la vida por el deterioro gradual de un órgano vital para la salud.
El Hipocratismo digital, al igual que el eritema palmar y la contracción de los tendones, pueden ser indicativos para hacer un diagnóstico a simple vista. Sin embargo, pruebas radiológicas como la tomografía computarizada, la resonancia magnética, el ultrasonido o la punción hepática, mostrara el avance de dicha enfermedad. (México social, 2015)
Aunque la cirrosis es una patología irreversible, los profesionales de la salud buscan ralentizar el deterioro, a la vez que, evitan y controlan las complicaciones adyacentes. Por tanto, trazan un plan de acción donde el paciente debe estar muy comprometido, ya que, necesariamente debe alejarse de los factores de riesgo como dejar el alcohol, restringir el uso de fármacos, evitar contraer otras enfermedades de carácter infeccioso y mantener un estilo de vida sano.
Hay algunos medicamentos que el personal sanitario ordenara para contrarrestar la disminución de la presión sanguínea, la acumulación de líquido y el dolor. No obstante, cuando el daño se encuentra muy avanzado y las causas de la enfermedad no son virales, es posible que se indique un trasplante, como una solución definitiva.
Por tanto, curar la cirrosis no es posible, a menos que, se cambie el hígado. Pero si es factible detener el avance de la enfermedad siguiendo las recomendaciones médicas y modificando los hábitos con una alimentación sana y alejada del alcohol. Fuera de eso, es posible prevenir la enfermedad inicial, al igual que cualquier patología asociativa que afecte el sistema inmune y otros órganos, desencadenando un daño mayor en este importante órgano.