La obesidad, medida y determinada con el Índice de Masa Corporal (IMC), es una enfermedad con muchas otras implicaciones, físicas y emocionales, por eso siempre escuchamos recomendaciones acerca del control de peso, alimentación balanceada, actividad física constante, etc. Y acudimos al doctor cuando se llega al sobrepeso para la mitigación de comorbilidades, sin embargo, en la mayoría de los casos se dejan de lado las afecciones emocionales que esto puede traer, como problemas de autoestima, que cuando llegan a un consultorio médico general pueden ser pasados por alto y convertirse en un problema mayor con el paso del tiempo.
Varios estigmas presentes en una sociedad en la que se le da gran importancia a tener una figura delgada, generan mucha carga en el sobrepeso y quienes lo padecen, principalmente por cuestiones estéticas, es por eso que puede llegar a ser desconsolador el sufrir esta condición. Esto puede ser tan perjudicial para la salud como las afecciones físicas que suelen acompañar el problema de la obesidad y probablemente se observe en las actitudes y se escuche en las palabras de quienes la padecen, que se asocian inicialmente pensamientos negativos acerca de su condición y posteriormente se desarrollan enfermedades mentales que impactan la salud general.
En Colombia, según los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición de 2015[1] realizada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), que es la más reciente información al respecto, el 20% de la población sufre de sobrepeso u obesidad, afectando en mayor medida a los adultos de 18 a 65 años, con una tasa de sobrepeso u obesidad del 50%, seguida por la afección en la primera infancia, de 0 a 4 años, con un 10% de afección. Estos indicadores tan altos son alarmantes por las implicaciones anteriormente mencionadas, inicialmente las comorbilidades relacionadas, atendidas por médicos generales, creándoles una responsabilidad adicional: la identificación a tiempo de problemas psicológicos causados por esta enfermedad es clave para un desarrollo más saludable del paciente en el largo plazo.[2]
A todo esto, se le suma una distribución de la enfermedad con una tasa de obesidad de más del 50% en los hogares con menor acceso a alimentos de calidad, que significa también un menor acceso a una atención en salud física y mental de buena calidad. Haciendo que el impacto de esta problemática sea mayor para hogares de escasos recursos económicos.
Cuando no se logran identificar los efectos psicológicos de estos estigmas sociales, se puede causar en el paciente patologías mayores y más difíciles de controlar, como, por ejemplo: bulimia, ansiedad, esquizofrenia, entre otros, y posteriormente anorexia. Este tipo de situaciones ejemplifica perfectamente por qué en el mundo, la importancia de la salud mental ha ido en aumento, junto con sus causas y sus tratamientos y nos ayuda a concluir el gran impacto de una correcta atención de los médicos con sus pacientes y todas las posibles afecciones de sus enfermedades, retándolos constantemente a ir más allá del deber y percibir su trabajo como una vocación.
[1] https://www.icbf.gov.co/bienestar/nutricion/encuesta-nacional-situacion-nutricional#ensin3
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