El sueño es de vital importancia para el ser humano y más aún para los bebes y niños, que se encuentran en pleno desarrollo y crecimiento. Esto indica que entre menos edad se tenga, más horas de sueño se necesita. Por eso, los menores de un año requieren de 14 a 20 horas de descanso en el día y paulatinamente van regulando los ciclos de vigilia y sueño, dándose la oportunidad de realizar actividades motoras y cognitivas en el día y dormir en la noche.
El sueño de calidad favorece el crecimiento y desarrollo en los niños
Al nacer él bebe no distingue el día de la noche. Por tanto, es indispensable que los padres y los cuidadores establezcan rutinas antes de ir a dormir cuando la luna se pone en el cielo, para que se adapte y pueda relacionar las actividades con la hora de descanso. De igual manera, no es necesario eliminar el ruido habitual, cuando el sol está en su apogeo, por el contrario, se debe tratar de seguir con las actividades de la cotidianidad, ya que, desde el vientre de la madre los sonidos se amplifican convirtiéndose en parte de su entorno.
El desarrollo Neuronal. Se ve afectado por la calidad de sueño en los niños. Sobre todo, en la edad de 0 a 3 años, donde la neuroplasticidad aumenta la materia gris y conecta circuitos neuronales que guardan las percepciones, experiencias y estímulos en el inconsciente, para forjar la personalidad y las capacidades cerebrales del niño en la edad escolar y en la adultez. En consecuencia, no dormir bien, ralentiza el crecimiento mental y la capacidad de aprendizaje.
La visión. El sueño REM o de movimientos oculares, ayuda al rendimiento visual del niño. Debido, principalmente a que las enzimas y proteínas que se producen en el cerebro en esta etapa del sueño fijan las imágenes, modelan la corteza cerebral y refuerzan los circuitos del sistema visual. Es decir que, si un niño de 2 a 12 meses no duerme por lo menos 14 horas o un infante de 3 a 5 años no descansa 13 horas, puede desarrollar problemas visuales a largo plazo. (Infosalus, 2015)
El sistema inmune. El sueño es un regulador innato del sistema inmunológico, permitiendo que las funciones vitales del organismo se mantengan en equilibrio. Por tanto, la falta de esquemas rutinarios de sueño en los infantes favorece el riesgo de desarrollar a corto o largo plazo procesos inflamatorios y enfermedades metabólicas. Además, puede llegar a inducir cambios en la homeostasis cerebral, aumentando la permeabilidad de infecciones microbianas. (Unam, 2018)
El sueño del bebe, es de suma importancia para el desarrollo físico y mental, no solo, por los cambios neuronales que ocurren en el cerebro en las horas de sueño, sino también por la restauración y maduración de los órganos de todo su cuerpo. Así mismo, los hábitos que adquiere desde temprana edad, marcan el camino para su desarrollo cognitivo e intelectual. De la misma manera que el equilibrio mental le permite en un futuro relacionarse y tomar decisiones en forma inteligente.