Sabemos mucho y aplicamos poco

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Con toda la información a la que tenemos acceso en la actualidad y todo lo que “sabemos” y sin importar quién eres, dónde estás, qué haces o en qué etapa de la vida te encuentras, hay algo que debemos incorporar en nuestras vidas, y es el autocuidado. Tomar tiempo para cuidar nuestro bienestar como un todo. Bienestar físico, emocional, mental, espiritual, financiero, familiar, laboral, ambiental.

Dedicamos nuestro tiempo a la conquista del éxito y nos dedicamos a trabajar más, a realizar más proyectos, a atraer más clientes, a hacer rendir más nuestro tiempo. Sin comprender que cuando somos atrapados por esta forma de pensar, se hace casi imposible encontrar tiempo para nosotros mismos.

Cuando aplicamos lo mucho que “sabemos” en nosotros mismos, y lo convertimos en una prioridad, cultivando una constante rutina del cuidado personal, no sólo mejoran nuestra energía, actitud y capacidades, sino que con ello aumenta nuestra productividad.

En el autocuidado, la respuesta honesta a la pregunta ¿qué necesito?, es la clave.

La respuesta puede ser tan simple como acostarse temprano, para recuperar fuerzas, después de una larga jornada de trabajo, o tan complicada como estudiar y conocer los hábitos que tenemos y sus efectos en el largo plazo.  El autocuidado se basa en tomar las medidas necesarias para cuidar de nosotros mismos y nuestro bienestar.

Inicia cuando reconocemos que somos los únicos responsables de nuestro bienestar y de que va más allá de la individualidad, para incluir a nuestra familia y a la comunidad. Y está presente en cualquier acción que tomemos para respaldar nuestra salud en todos sus aspectos: físico, mental y emocional.[1]

En el autocuidado intervienen la buena alimentación, el ejercicio físico, el descanso, la sana diversión y el entretenimiento, además, es relativo a cada ser humano y varía con el paso del tiempo y es una opción libre.

En el autocuidado es importante el balance, no requiere exageraciones o hacer demasiado, aprendiendo a decir “no” a lo que no nos conviene y a darle tiempo a lo realmente importante, se nos permite visualizar mejor las metas y así, enfocarnos en lo que hacemos.

Al invertir tiempo en nosotros mismos y tratarnos bien, satisfaciendo nuestras propias necesidades, mejoramos nuestro diálogo interior y aumentamos la autoestima, al mismo tiempo que nos permitimos saber más sobre nosotros mismos y lo que nos apasiona e inspira, dotándonos de recursos para ofrecerle al mundo lo mejor de nosotros mismos.

Para incorporar el autocuidado en nuestra rutina diaria, debemos iniciar identificando los diferentes campos en los que centraremos nuestras acciones: el campo emocional, físico, intelectual, espiritual y social.

Para iniciar la cultura del autocuidado en nuestra vida, no es necesario abordarlo todo a la vez, pero sí, que será de por vida y con ello descubriremos que podemos ser más eficientes y efectivos en todos los aspectos. “la sabiduría consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y, lo más importante de todo, en el conocimiento de nuestra propia ignorancia”[2]  

 

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