Las enfermedades de trasmisión sexual, han aumentado drásticamente en los últimos tiempos. A pesar de las campañas educativas de las organizaciones gubernamentales y las instituciones de salud, que buscan minimizar este flagelo que afecta la sociedad. Más aún, cuando la mutación bacteriana hace de las suyas; para crear nuevos micoorganismos que se propagan por el contacto sexual, ya sea en forma vaginal, anal u oral.
Según datos de la Organización mundial de la salud, la clamidiosis, gonorrea, sífilis y tricomoniasis, son las principales infecciones de transmisión sexual y más de un millón de personas se infectan con una de ellas cada día. Sin embargo, existen por lo menos 30 diferentes clases de bacterias, que, como el herpes simple, pueden llegar a aumentar el riesgo de infectarse de VIH. (OMS, s.f.)
Enfermedades que cambian para sobrevivir
La promiscuidad, la libertad sexual y la falta de protección, al igual que los virus y bacterias que encuentran una resistencia antimicrobiana, se han convertido en una preocupación latente para los investigadores, que buscan afanosamente fármacos que disminuyan los riesgos de padecer estas y otras enfermedades de trasmisión sexual en el mundo.
La bacteria gonorrea, ha presentado una alta farmacorresistencia a compuestos como la penicilina, las sulfonamidas y otros medicamentos, en los últimos años. Dándole cabida a una nueva enfermedad de trasmisión sexual llamada Neisseria Gonorrhoeae, que se multiplica adhiriéndose, colonizando e invadiendo las mucosas vaginales, cervicales y anales. Al igual, que la uretra, los labios, la boca y la faringe. Alguno de los síntomas es micción dolorosa y excreciones anormales del pene o la vagina. Sin embargo, la detección temprana puede llegar a evitar la diseminación bacteriana. (Camuñas, 2018).
La Mycoplasma genitalium, es una bacteria de minúsculas proporciones difícil de detectar, resistente a los macrólidos. Se transmite sexualmente con mayor frecuencia entre adolescentes y adultos jóvenes. La irritación persistente en la uretra y en el cuello uterino, es uno de los síntomas más notorios, que se pueden confundir con otras infecciones como la clamidia o a la gonorrea. El uso de antibióticos y la utilización de preservativos, son parte del tratamiento de esta enfermedad. (Gongora, Gomez, & Parra, 2015)
El contacto directo o indirecto con las heces humanas, puede producir una infección intestinal, denominada Shigella Flexneri, que en los últimos años se ha relacionado como una infección de trasmisión sexual, por los estudios hechos en homosexuales y bisexuales que muestran una alta incidencia de esta bacteria. La sintomatología incluye dolores estomacales severos, acompañado de calambres y diarrea con sangre. El uso de antibióticos está siendo revaluado, por la alta resistencia que presenta este microbio (BBC. noticias, 2019)
La mutación de virus y bacterias, como parte de la resistencia a los medicamentos, hace que nazcan nuevas cepas de micoorganismos, que ya la ciencia creía controlado o extinto. Permitiendo nuevas enfermedades de trasmisión sexual, mediante la penetración vaginal o anal. Pero también, como consecuencia directa del sexo oral y los juegos sexuales, sin la debida utilización de protección de barrera. Además, es sabido que tener varios compañeros sexuales, también puede aumentar el riesgo de contraer alguna de estas u otras patologías.