Las sustancias adictivas, se han convertido en un verdadero flagelo para la sociedad y un serio problema de salud pública para los entes gubernamentales y los organismos de salud de todo el mundo. Sobre todo, porque cada vez se involucran en el consumo de estupefacientes, alcohol y tabaco, niños y adolescentes de corta edad, que aún no tienen suficiente maduración fisca y psicológica. Afectando sus funciones psicomotoras y mentales, que los imposibilita como miembros activos y útiles de la sociedad.
El mercado oferta cada día un número mayor de sustancias de fácil acceso, que pueden ser fumadas ingeridas, inhaladas, aspiradas e inyectadas, actuando sobre el sistema nervioso central y activando los niveles de recompensa. Pero, que, a la vez, hacen un grave daño en el organismo y en especial en el cerebro, alterando y modificando sus funciones con daños irreversibles.
Prevenir las adicciones es tarea de todos
El gobierno mexicano en concordancia con organismos de salud pública, recogen datos de la población a través de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT, 2017), que muestra la situación individual y en los hogares. De tal manera, que permita desplegar programas de prevención y control, que mejoren la situación de salud de los niños, jóvenes, adultos y ancianos de la sociedad.
Según la encuesta en México, las sustancias adictivas de mayor acceso para los jóvenes son los inhalables (que se encuentran con facilidad en el hogar). Además de la marihuana, el alcohol, el tabaco y la cocaína. Pero cabe anotar que las anfetaminas y la heroína también ocupan espacios importantes en las reuniones sociales, discotecas y bares, donde son los adultos de mayor poder adquisitivo los consumidores principales.
En el libro “Cerebro y Drogas” (Gonzalez & De matute, 2013), se hace un completo compendio sobre el consumo, abuso y dependencia de las drogas. Además, de mostrar claramente el camino de deterioro que estas sustancias le hacen al cerebro y al organismo en general, afectando potencialmente al individuo y su entorno, en una manera gradual, que lo aleja de la realidad y sus responsabilidades.
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Aceleran las funciones cerebrales.
La cocaína y las anfetaminas, afectan el sistema nervioso central. Aumentando el ritmo cardiaco y acrecentando la excitación del cerebro. Impidiendo, que las neuronas desactiven la señal de euforia de la dopamina. La cafeína y la nicotina tienen el mismo efecto, pero en menor proporción.
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Obstaculizan las funciones del cerebro.
Los opiáceos como la heroína, el alcohol, los tranquilizantes y los hipnóticos, actúan como depresores del sistema nervioso central. Ralentizando y adormeciendo el cerebro. Al tiempo, que llegan a producir problemas en la coordinación, depresión y alteraciones cardiovasculares graves.
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Alteran las funciones cerebrales.
Los alucinógenos, los derivados del cannabis y las drogas sintéticas como el éxtasis, distorsionan la capacidad cerebral. Produciendo alucinaciones, euforia incontrolable o depresión extrema. Al tiempo, que aumenta el ritmo cardiaco, la sudoración y la deshidratación, llevando a complicaciones de salud.
Las consecuencias de las sustancias adictivas para el cerebro; son alarmantes. Convirtiéndose en un problema de salud pública. Por tanto; los entes gubernamentales deben trabajar en establecer y desarrollar programas que aborden en forma eficiente este tema desde el núcleo familiar y los colegios. Buscando prevenir, hacer una detección precoz y ofrecer terapias adaptativas, que desalienten al consumo y pongan limites a este problema que crece cada vez más en nuestra sociedad.