La situación actual provocada por la pandemia ha generado afectaciones en todos los rubros y al mismo tiempo ha reafirmado algunas carencias ya existentes en México. En especial, el campo de la salud ha sido uno de lo más olvidados durante las últimas décadas y ahora se pueden apreciar las consecuencias. Gran parte de las unidades públicas presentan equipo viejo y obsoleto que no le permite a los médicos explotar sus capacidades para atender a los pacientes.
Sector abandonado por años
En ese sentido, al inicio de la actual administración se reportaron más de 250 obras hospitalarias abandonadas. Mientras que otras sí fueron concluidas pero nunca equipadas, lo que al final deja de manifiesto que no todo lo que se inicia se concluye en su totalidad.
A su vez, el inconveniente no sólo se puede apreciar en la infraestructura sino también en el poco personal con el que se cuenta para atender a toda la población. A la fecha se estima que existe un déficit de al menos 200 mil médicos, de los cuales 70 mil son especialistas.
Todo lo anterior tiene su origen en la poca inversión que se ha destinado al campo de la salud, sin importar lo indispensable que es para cualquier nación. Pero aunque el origen de la problemática se puede rastrear varias décadas atrás, durante el último par de años tampoco han existido cambios notorios. El aumento en el presupuesto ha sido mínimo e insuficiente.
Mientras que promesas como duplicar el número de plazas ofrecidas en el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM) permanecen como buenas ideas pero todavía no se concretan. Sumado a que también se requieren más espacios en los hospitales para que se puedan desempeñar profesionalmente. Y de igual forma, es necesario un aumento salarial para todos los profesionales de la salud porque México es uno de los países con remuneraciones más bajas en América Latina.
Inversión en México y otros países
Ahora bien, como ya se mencionó, parte del origen de la situación actual radica en la poca inversión realizada. En la actualidad México destina el 2.8 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) a la salud. Se trata de una cifra mínima e insuficiente, en especial si se compara con otras naciones como Noruega en donde la cifra es del 8.7 por ciento. Mientras que todavía por encima se encuentran Alemania con el 9.5 por ciento y Estados Unidos con el 14.3 por ciento.