La violencia y el narco son dos de las principales razones que promueven el desplazara a personas en México. Según cifras del Observatorio de Desplazamiento Interno (IMDC), México acumuló 345 mil casos de este tipo por razones de violencia hasta 2019 y a mitad de 2020 ya iban 4 mil 600 personas movilizadas por amenazas y conflictos de inseguridad.
El 80% tuvo que irse de su municipio por violencia de grupos armados
Por su parte, datos del CMDPDH (Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos), señalaron que, al menos, 8 mil 664 personas fueron víctimas de desplazamiento forzado a causa de violencia en el país, mismos que fueron registrados con 28 episodios en 8 estados, 27 municipios y 61 localidades y de este número, 6 mil 925 (en torno al 80%) tuvieron que irse por la violencia generada desde grupos armados organizados.
Respecto a estos datos, se ha expresado Morales Romero, psicólogo de la UNAM en la web de Infobae, donde ha expresado que “este fenómeno debe integrarse de forma integral y no olvidar las afectaciones en lo individual, donde el daño fisiológico va desde agravar previas enfermedades crónico degenerativas, hasta experimentar ansiedad o taquicardias. Si la experiencia del desplazamiento fue muy grave, se pueden experimentar síntomas de estrés post traumático. Igual se presenta la falta de sueño o dificultad para concentrarse…El miedo está impulsado, además, con afectaciones como hormigueo de brazos o problemas gastrointestinales”.
El tratamiento no debe ser solo psicológico
Asimismo, las personas en situación de desplazamiento forzado también pueden desarrollar una desconfianza generalizada sobre el nuevo entorno en que se desenvuelven y es entonces cuando empiezan a ver a los demás como amenazantes o peligroso.
Lo que sí está claro es que es muy complicado monitorear a las personas en situación de desplazamiento forzado porque solo son observadas hasta que ellas se enuncian como tal. Asimismo, las autoridades detectan afectaciones únicamente cuando se es víctima de un hecho tangible.
En cuanto a tratamientos, también se ha expresado Morales Romero y es que él piensa que “el tratamiento no solo debe considerarse lo psicológico, porque la salud mental pasa por un proceso de reintegración a la misma comunidad, y así romper el estigma que se dio a raíz de su salida, siempre que esto sea lo deseado…Las instituciones tampoco deben asumir actitudes re victimizantes, porque esto profundiza las afectaciones”.
En 2020, el desplazamiento forzado se produjo en Chiapas, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo y Sinaloa y otros estados reconocidos con este problema fueron Ciudad de México, así como Morelos y Veracruz.