En la actualidad, cada vez nos valemos más de herramientas tecnológicas para apoyarnos en nuestras tareas del día a día. Esto no es excepción para el sector médico. De hecho la tecnología nos ha ayudado a detectar enfermedades más fácilmente y ha contribuido a perfeccionar procedimientos terapéuticos, para así cuidar aún mejor a nuestros pacientes.
En la capacitación de profesionales, un elemento fundamental para la ejecución de tareas complejas, han sido los simuladores. Mediante su uso podemos desarrollar habilidades y destrezas antes de ponerlas en práctica, lo cual nos ayuda a generar seguridad.
En industrias como la de la aviación, los simuladores son un paso obligatorio en el entrenamiento de cualquier piloto. Lo mismo ocurre en las centrales nucleares y otras industrias en las que un error puede ser cuestión de vida o muerte. Sin embargo, esta no ha sido la norma en el medio de la medicina.
En la capacitación quirúrgica, el método más común implica aprender trabajando directamente en el cuerpo de los pacientes. Esto coloca a los residentes en escenarios de alto estrés y puede poner en riesgo la salud integral del paciente. En consecuencia, la enseñanza a través de simuladores es la opción ideal para cualquier capacitación quirúrgica, especialmente la pedagogía médica, ya que permite a los médicos residentes aprender en un ambiente seguro, y se no pone en riesgo la salud de los pacientes. Está documentado que son sumamente efectivos en el desarrollo de las destrezas técnicas de los cirujanos.
Existen varios tipos de simuladores, de fidelidad baja, media y alta, y hasta de realidad virtual. Todos son efectivos en el aprendizaje y desarrollo de habilidades, lo único en que se diferencian es el realismo en el que asemejan la anatomía humana.
Por ejemplo, la Dra. Ashley Kingston del Royal Hospital for Women and University of New South Wales de Australia desarrolló un simulador con tejidos recreados a partir de calabazas. El aparato podría parecer rudimentario, pero se ha confirmado su efectividad como método de enseñanza de procedimientos complejos como la histeroscopía.
También hay simuladores de bajo costo enfocados en técnicas específicas de cirugía de mínima invasión, que ayudan a desarrollar habilidades requeridas para laparoscopía, por ejemplo. Algunos no requieren más que una caja acondicionada, una cámara, una fuente de luz, y el instrumental laparoscópico. Con ellos, el residente puede aprender habilidades finas para corte, sutura, y anudado.
También existen simuladores que ofrecen la experiencia más cercana a operar sobre un cuerpo real. Estos modelos presentan órganos sintéticos muy similares a los de un ser humano.
Gracias a los crecientes avances tecnológicos, entre ellos los simuladores, el mundo de la medicina está llegando cada vez a más y nuevos horizontes. Estos pueden ayudar a cirujanos a perfeccionar sus habilidades en un ambiente seguro, así como a cuidar a nuestros pacientes. Hago una invitación a todos los médicos cirujanos y a los especialistas en educación médica, a hacer uso de estas maravillosas herramientas para seguir mejorando siempre.