La actual pandemia ya ha provocado más de un millón de muertes pero además sus afectaciones son mucho más amplias. Debido a que en la mayoría de hospitales se debe priorizar la atención médica, ha derivado en que otras enfermedades sean olvidadas o relegadas. Como consecuencia, un cantidad innumerable de personas se han quedado sin el servicio o tratamiento que requieren. Mientras que en muchos casos no hay una fecha específica para que exista una regularización real.
En el caso de América Latina, la mitad de pacientes con dolor crónico no han recibido un manejo y seguimiento apropiado. Al mismo tiempo que se ha dilatado la detección oportuna de esta condición.
Falta de atención propicia la automedicación
Por lo anterior, el Dr. Joao García, presidente de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (FEDELAT), sostiene que esto agrava el estado de salud y el cuadro clínico de los pacientes quienes incluso pueden caer en la automedicación.
Es un impacto inmenso en términos de salud pública, porque estamos hablando de más de 90 millones de personas cuya condición empeora todos los días debido a esta situación.
Al respecto, la Dra. Argelia Lara-Solares, Jefe de Medicina del Dolor y cuidados paliativos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición de México, asegura que el dolor crónico se comporta como una epidemia silenciosa. Sus secuelas son devastadoras por el grave deterioro funcional que ocasiona y el profundo impacto emocional, social y económico que tiene no sólo para los afectados directos sino para la sociedad en su conjunto. Agrega que antes de la pandemia el correcto diagnóstico de esta enfermedad podía tardar, en promedio, dos años.
En ese plazo, los pacientes, pese a buscar ayuda médica, no suelen recibir respuestas sobre lo que les ocurre porque al dolor crónico tradicionalmente se le ha catalogado como un síntoma y no como una segunda enfermedad a la que hay que tratar como tal, adecuando el tratamiento para cada caso en particular.
Esto ocurre pese a que el dolor crónico ha sido catalogado como una enfermedad en sí misma en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) y a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera su atención, así como el alivio del sufrimiento físico, como temas prioritarios de salud pública.
El Dr. García explica que aún persisten algunas barreras que restringen la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios, como la falta de información acerca de esta enfermedad y del manejo adecuado de los tratamientos según el tipo de paciente, la carencia de programas de formación médica en la materia y el limitado acceso a los tratamientos.
Todo lo anterior provoca que en América Latina exista el triple de personas con dolor crónico de las que hay en el resto del mundo. Al no atenderlos correctamente y a tiempo, su condición empeora y es cada vez más difícil brindarles el alivio que necesitan para continuar con sus vidas.