Debido a la mala calidad del aire provocada por incendios forestales en diversos estados de la República Mexicana, así como a la falta de viento y altas temperaturas propias de esta época del año, el día de ayer autoridades federales y locales determinaron mantener la alerta ambiental extraordinaria. Con esto se busca proteger la salud de los habitantes del Valle de México, haciendo especial énfasis en quienes viven con enfermedades respiratorias.
De acuerdo con el Dr. Ricardo Lemus Rangel, neumólogo especialista en el Departamento de Neumología del Centro Médico Nacional La Raza del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la contaminación atmosférica es una preocupación creciente en América Latina. Esto debido a que alrededor de 100 millones de personas están expuestas a niveles que exceden los límites permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Son los niños, mujeres embarazadas, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias como asma y Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) los más vulnerables a los efectos dañinos de una mala calidad del aire.
El riesgo medioambiental en las ciudades y zonas rurales provoca cada año cerca de 76 millones de años-vida perdidos y 3 millones de muertes prematuras por la inhalación de micro partículas (PM2.5 y PM10) suspendidas, las cuales se componen de sólidos compuestos y gases tóxicos que están asociados al desarrollo de cáncer, cardiopatías, alergias y complicaciones en pacientes que viven con asma o EPOC.
Tan sólo un análisis realizado en 2016 sobre la calidad del aire en distintas entidades de la República Mexicana determinó que Monterrey, Toluca, Salamanca, León, Irapuato, Silao, México, Guadalajara y Puebla son las ciudades más contaminadas del país con una alta concentración de partículas PM2.5 y PM10, las cuales penetran y se alojan en lo más profundo de los pulmones ocasionando infecciones, inflamación de las vías respiratorias e hiperreactividad.
Al respecto, el neumólogo destacó que en pacientes con asma o EPOC, la mala calidad de aire puede reducir su función pulmonar y empeorar síntomas como tos, opresión torácica y falta de aire, provocando exacerbaciones que, además de ser muy angustiantes, pueden ocasionar hospitalización, ausentismo escolar y laboral, incapacidad y altos costos económicos.
En ese sentido, se debe recordar que el asma y la EPOC son dos enfermedades respiratorias de alta prevalencia. La primera afecta a casi 300 millones de personas en el mundo, siendo su mayor inconveniente que no se puede curar y sólo es posible tratarla. A su vez, la EPOC aqueja a 210 millones de adultos en el planeta, aunque se estima que para el año 2030 la cifra podría duplicarse.