Como muchas otras sensaciones y experiencias, el dolor es muy subjetivo. Si bien el sector salud tiene escalas para intentar medirlo, por lo general deben confiar en la valoración de sus pacientes. Pero incluso las mismas personas pueden calificar un mismo estímulo de forma muy distinta según las condiciones. Esta poca fiabilidad se reduce aún más cuando hay infantes de por medio.
Un estudio realizado por la Universidad de Yale reveló importantes sesgos al momento de evaluar el dolor en pacientes pediátricos. La investigación, publicada en el Journal of Pediatric Psychology, advierte que los adultos tienden a desestimar la sensación de las niñas. Esto es por estereotipos culturales que suelen calificar a los niños como más serios y a ellas como más emotivas.
¿El dolor depende del género?
Joshua Monrad, coautor del estudio, apunta que se reunió una muestra de adultos. Clarifica que fueron 2 grupos “numerosos y demográficamente diversos”. Se les enseñó un video de un paciente pediátrico a quien se le pincha el dedo. Luego, se pidió a la gente valorar la sensación de dolor del infante. También se les solicitó resolver un cuestionario sobre estereotipos de género. A un equipo se les dijo que el niño se llamaba Samuel. Al otro se le indicó que era Samantha.
Los participantes tendieron a responder que Samuel experimentaba más dolor que Samantha. En promedio, consideraron que la niña exageraba su reacción. Por otro lado, también valoraron que la actitud del niño era mucho más genuina. Entre quienes declararon no estar de acuerdo con estereotipos , no hubo diferencia significativa en su calificación con respecto al género. Monrad afirma que los hallazgos confirman un significativo sesgo sobre el dolor.
Esperamos que nuestros resultados conduzcan a más investigación sobre el tema. En particular, cómo los sesgos de género impactan la valoración del dolor y la atención médica en general. Si el fenómeno que observamos se generaliza a otros contextos, tendría importantes implicaciones. Especialmente en el diagnóstico y el tratamiento. Estos sesgos son muy importantes. Podrían provocar la exacerbación de la desigualdad en el acceso a los servicios de salud.