Quienes se dedican al sector salud están bajo constante presión. No solo deben de soportar largas jornadas, diagnósticos complejos o pacientes groseros. También deben asegurarse de brindar un servicio mejor que el de su competencia. Por eso, algunos administradores médicos procuran exigir cada vez más a su personal. Pero en los casos más extremos, la moral sufre.
Hace unos días comentábamos cómo darse cuenta si una organización de salud tenía exigencias muy altas. Mencionamos también cómo estas expectativas podían dañar la moral del equipo y, tarde o temprano, la calidad del servicio. Pero una vez que se identifica este problema, ¿hay forma de solucionarlo? Existen varias estrategias que pueden aplicarse en esta situación:
1Aprender a gestionar tu disgusto
Si tienes altas expectativas, es porque no te sientes conforme con el estado actual de las cosas. Además, un equipo se siente naturalmente motivado a complacer a un verdadero líder. Pero debes moderar cuidadosamente tus expresiones de decepción. Si tu gente cree que no da el ancho, perderá la moral. Procura darles metas que se crean capaces de alcanzar.
2Nunca dejes que la moral baje por no mostrar aprecio
El no cumplir con las expectativas hace que cualquiera se sienta mal. Incluso, tus colaboradores podrían creer que tú, como líder, piensas menos de ellos. Cada individuo en tu equipo debe estar seguro de cómo es importante para la atención que presta la organización. Tampoco des por sentado que lo saben. Trata de decirlo de la forma más enfática, clara y constante que puedas.
3Analiza cómo y cuando estableces tus estándares
Hay una sorprendente cantidad de ‘líderes’ médicos con problemas de comunicación. En este caso, no suelen informar a sus colaboradores de sus expectativas. Su equipo no las conoce sino hasta que, naturalmente, no alcanza la meta. Para no afectar la moral, debes ser claro en tus intenciones. Además, debes determinar objetivamente si tus colaboradores tienen las herramientas o la posibilidad de alcanzar las metas que quieres imponerles.
4Aprecia tus propios logros
Será más fácil reducir expectativas irreales a tu equipo si comienzas con las que te autoimpones. Reconoce que, objetivamente, debes dejar de juzgarte con tanta severidad. Con el tiempo, tu moral comenzará a mejorar. Y, por consiguiente, también la de tus colaboradores. Recuerda que el ánimo del líder es determinante para definir el tono y ritmo general de todo el ambiente laboral.