Aunque de manera cotidiana se suele afirmar que la salud no tiene un precio, tú como médico sabes que no es así y, aunque duela decirlo, en realidad sí tiene uno. El mejor ejemplo es que al igual que en cualquier otra profesión, tú nunca debes de trabajar gratis porque al igual que los demás, también tienes gastos.
Sin duda se trata de un tema controvertido que se puede analizar desde distintas ópticas, pero siempre que alguien se queja por los honorarios que cobras por tus servicios médicos, la mejor respuesta que puedes ofrecer es: “¿para ti cuánto vale tu salud?”.
Toma en cuenta que para poder convertirte en médico, fue necesario que invirtieras infinidad de horas en tu formación, al igual que dinero para la compra de libros, materiales e insumos que sirvieran de complemento a lo aprendido dentro de las aulas.
La salud sí tiene un precio
En ese sentido, si cuentas con tu propio consultorio, seguramente tuviste que hacer una fuerte inversión financiera para comprar el equipo mínimo necesario que exige la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), además de otro tipo de gastos como el pago a colaboradores, la luz, agua y renta del local.
En sumatoria, queda claro que la salud sí tiene un costo y no se tratar de ser egoistas sino de ser realistas. Cualquier actividad profesional requiere de un pago por su realización y tú como médico estás en tu derecho de pedir que se te pague lo justo por tu trabajo.