No solo el cáncer de mama es el más mortal entre las mujeres mexicanas, con alrededor de 20 mil nuevos diagnósticos y seis mil 651 fallecimientos cada año (de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI), sino que también tiende a aparecer hasta 10 años antes en comparación a otras pacientes del mundo. Además, como existe una deficiencia en el diagnóstico oportuno, la esperanza de vida puede ser incluso menor a un año.
Dicha incidencia del cáncer de mama puede ser especialmente traumática para las mujeres embarazadas, que pueden sentir que deben decidir entre conservar a su bebé o sucumbir a la enfermedad. Pero en una entrevista con Efe, Luis Arturo Hernández López, director de la división de ginecología y del servicio de oncología ginecológica del Instituto Nacional de Perinatología (INPer), afirmó que el tratamiento de la enfermedad ya no tiene que ser de esta manera.
La quimioterapia ha tenido un desarrollo impresionante en las últimas dos o tres décadas. Hoy en día existen cerca de 15 fármacos activos contra el cáncer de mama. Cada uno de ellos ha sido probado en embarazadas. Hoy en día uno de los intentos primordiales que hacemos es tratar de mantener la vida del feto y no arriesgar la de la madre.
Apuntó que el INPer recibe a cerca de 50 mujeres embarazadas cada año con algún tipo de tumor, 30 por ciento de ellas con cáncer de mama. Hernandez López comentó que muchas de ellas llegan muy jóvenes, de entre 30 y 45 años, por lo que el diagnóstico se cruza con la enfermedad. Señaló que una de sus soluciones es la interrupción prematura de la gestación.
Cuando la paciente esta cerca del término del embarazo o el bebé ya logró alcanzar una edad en la que puede sobrevivir naciendo prematuramente, interrumpimos la gestación para atenderlo en la terapia intensiva o intermedia y que se logre una supervivencia sin secuelas, [mientras que a la madre la atendemos por su cáncer de mama].
Incluso la quimioterapia puede ser una alternativa, siempre que se cumplan las condiciones adecuadas. Aseguró que ya se han realizado estudios en bebés nacidos de mujeres que se sometieron a este tipo de tratamientos y, como se utilizaron las dosis adecuadas, no se han podido detectar secuelas dañinas ni en las pacientes ni en sus hijos.