Dedicarse a la industria de la salud requiere mucho más que inteligencia y preparación académica. Se necesita un profundo sentido humano, un genuino interés por el estado de las personas y mucha resistencia física y psicológica para sobrellevar la vida cotidiana de un doctor.
Aunque muchos estudiantes de medicina aspiran a tener una carrera, la verdad es que muy pocos llegan a convertirse en un doctor ejemplar. Si tú tienes alguna de estas cinco características, es probable que, al final de tu formación, puedas trascender y llegar más alto que tus compañeros:
No tienes miedo de admitir tu propia ignorancia
Un buen doctor sabe decir “no sé” cuando no tiene información suficiente para tener claro el panorama o, simplemente, carece de los conocimientos para hacer un diagnóstico. Hacer más estudios o pedir segundas opiniones no es incompetencia, sino asegurarse que se tiene el resultado correcto
Además de ser un doctor inteligente, sabes manejar las emociones
No todos los padecimientos de una persona tienen una respuesta clínica que se ajuste a los libros de texto. A veces, las condiciones de los pacientes surgen de una circunstancia psicológica o personal. Un buen profesional de la salud debe aprender a detectar también este tipo de casos.
Eres un buen oyente y observador
Un buen doctor sabe que los exámenes físicos del paciente, aunque reveladores, no son suficientes. Es necesario confirmar que el paciente diga qué tanto entiende su enfermedad, cuáles son los posibles errores en su razonamiento y, al mismo tiempo, llenar los huecos que surjan.
Una de tus virtudes es ser implacable
No todos los pacientes que se presenten en tu consultorio tendrán condiciones sencillas de diagnosticar. En ocasiones, un buen doctor deberá emprender un largo viaje con la persona, visitando otros especialistas y realizando múltiples estudios, para llegar al final del túnel. Tu voluntad debe ser inquebrantable, o de lo contrario no podrás ayudar a algunos individuos.
Confías en tu propio juicio
Aunque parecería que nunca está de más cerciorarse de un diagnóstico para tener una certidumbre del 100 por ciento, muchas veces esto puede atentar contra la estabilidad financiera y psicológica del paciente. Un buen doctor que ya está convencido de un resultado sigue su instinto.