A pesar de lo difícil que es aprenderla, la inteligencia emocional es un concepto muy sencillo: se refiere a la habilidad para percibir y medir sentimientos, deseos y tendencias tanto en uno mismo como en las personas que te rodean.
En el ambiente laboral, es fundamental que colaboradores y líderes dominen la inteligencia emocional. Esta habilidad permite una mayor productividad y toma de decisiones en cualquier negocio. Si quieres empezar a fomentar una aptitud en éste ámbito en tu consultorio, tú y tus colaboradores deben comenzar con los siguientes diez principios:
No hay buenos y malos: La personalidad de los individuos no tiene una calidad inherente. Todos tus colaboradores son diferentes, algo fundamental de entender para la inteligencia emocional.
Problemático y diferente no es lo mismo: La personalidad de tus colaboradores no los hace automáticamente personas más difíciles con las que trabajar. Al contrario, el conflicto generalmente surge de la falta de soluciones para superar las cosas que los hacen distintos.
Todos tienen fortalezas y debilidades: La verdadera inteligencia emocional sabe que nadie es perfecto y que uno mismo decide en qué centrar su atención hacia otras personas y en sí mismo.
En lo que te enfoques, obtendrás: Si tu equipo en el consultorio frecuentemente se fija en debilidades en lugar de las fortalezas, tenderá a fallar. Lo mismo aplica, en reverso, para el triunfo.
Hay que ceder: Es imposible que los individuos puedan tener éxito si siempre esperan que los demás se adapten a sus experiencias personales. Siempre hay que encontrar puntos medios.
Evitemos asumir: Aunque se puede adivinar o tener una idea muy acertada sobre qué piensan otras personas de lo que es un triunfo, la única forma de saber de cierto es preguntando.
No se pueden poner metas personales sobre el bienestar general: Priorizar el bien individual únicamente creará divisiones y reducirá la efectividad de todos en el consultorio.
Las relaciones humanos deberían ser eficaces, no eficientes: Cuando alguien alcanza verdadera inteligencia emocional sabe que, para establecer buenos lazos con los demás, no se puede apresurar el proceso.
Es diferente saber a hacer: La parte más sencilla de la inteligencia emocional es conocer la teoría. Pero de ahí a la práctica, hay un trecho muy importante, para muchos imposible, de sortear.