El 92 por ciento de la población a nivel mundial vive en lugares que superan el límite de contaminantes suspendidos en el ambiente. Con esto en mente, dicha estimativa es determinante en el desarrollo y progresión de diferentes patologías oculares, tales como el síndrome del ojos seco.
Siguiendo esta línea argumentativa, es necesario inculcar en la población civil, pacientes y opinión pública que, a pesar de que la contaminación es asociada con mayor frecuencia a complicaciones respiratorias, es muy común que tenga un impacto negativo en la salud oftalmológica.
El nivel elevado de contaminación que se forma, principalmente, en las zonas urbanas con una alta densidad poblacional puede generar:
- Irritación en los ojos;
- Ardor ocular;
- Sensación de quemazón;
- Escozor;
- Enrojecimiento; y,
- Lagrimeo.
Al respecto, de acuerdo con la opinión recopilada en un artículo publicado por la revista madrileña Infosalous, el doctor Fernando Llovet, director médico de Clínica Baviera, es consciente que la contaminación juega un papel determinante en la adquisición de enfermedades oculares.
La alta concentración de polución, de humo de coches y autobuses, compuestos químicos de fábricas e industrias, contaminación producida por calefacciones, polvo y polen contribuyen al incremento de enfermedades visuales como las inflamatorias oculares.
En esa tesitura, los especialistas de la Clínica que representa el doctor Llovet, recomiendan difundir a la sociedad civil que frente a dicho panorama se deben adoptar medidas de control y prevención para evitar posibles complicaciones.
- Utilizar gafas de sol grandes y envolventes con filtro UV mientras se está al aire libre;
- Emplear gotas lubricantes oftalmológicas que hayan sido prescritas por un médico especialista;
- Beber mucho líquido y mantenerse hidratado con el fin de que el cuerpo pueda producir la cantidad de lágrima suficiente para mantener el ojo húmedo;
- Instalar filtros de aire de alta calidad que eviten el paso de elementos contaminantes externos; y
- Evitar la exposición de los ojos al humo de cigarros o de ambientes muy cargados.
En este orden de ideas, el gasto público en México destinado al ataque frontal para la atención de los contaminantes es una constante que ha ido elevándose, considerablemente, con el paso del tiempo. Tan sólo en 2014 hubo un gasto de 144 mil 666 millones de pesos en este rubro.
Aunque, a título personal y como en muchas partes del mundo, una cosa es el dinero destinado y otra, muy diferente, es el dinero utilizado realmente para satisfacer ese objetivo.
Imagen: EFE