Una de las enfermedades de mayor incidencia en la población mundial es el cáncer. Lamentablemente este padecimiento que no distingue edad, género, ni ingresos es uno de los más mortales y se le atribuyen hasta 8.2 millones de muertes al año según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A ciencia cierta aún se desconoce su origen; sin embargo, se cree que puede ser debido a mutaciones espontáneas de los genes o por la acción de algún factor externo que aún no se ha identificado. En algunos casos, muy pocos (entre 5 y 7 por ciento), las personas presentan una predisposición genética al desarrollo de ciertos cánceres. Esto ocurre porque se heredan genes ya alterados. El resultado es que en estas personas la probabilidad de padecer cáncer aumenta y el tiempo necesario para su aparición es menor que cuando no existe esta predisposición.
Recientemente un estudio del Dr. Felipe Casanueva catedrático de la Universidad de Santiago y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) en el que se examinaron los datos de salud de 175 países, señaló que el 5.6 por ciento de los nueve casos de cáncer fueron provocados por un alto índice de masa corporal (IMC) y diabetes.
La diabetes tipo 2 coexiste con la obesidad de manera que más del 80 por ciento de los pacientes son obesos y a esto se le asocia de una manera relevante el riesgo de cáncer de hígado, páncreas, cáncer colorectal, vejiga, mama, endometrio y linfoma no-Hodkin, casi un 6 por cierto de los cánceres en todo el mundo. Esta información puede ser una razón muy buena para empezar a cuidar la alimentación, porque tanto la obesidad como la diabetes pueden evitarse y preevenirse
Según los estudios de Casanueva la diabetes y la obesidad provocan cambios biológicos, niveles altos de azúcar, inflamación crónica y alteración de las hormonas sexuales, síntomas que con el tiempo pueden llevar al cáncer.