Abrir un consultorio médico, clínica u hospital implica la responsabilidad de prepararse para administrar una empresa de servicios, en este caso del campo de la salud, por tanto, ésta debe orientarse a la satisfacción de los pacientes, quienes pueden arribar con cierto miedo o suspicacia dado su habitualmente frágil estado de salud.
Por lo anterior, resulta sumamente difícil tratar de controlar sus reacciones, de modo que queda en manos del médico modificar su opinión mediante un trato de calidad.
Si bien puede resultar complicado definir este concepto, existen, por fortuna, principios de servicio que pueden guía esta tarea:
Satisfacer al usuario
- La satisfacción es clave en toda estrategia de mercadotecnia, pues asegura la permanencia de la empresa en el mercado, por tanto, siempre se debe intentar cuidar los detalles y conocer las expectativas del paciente a fin de evitar defraudarlo.
- Es importante destacar que lo anterior no garantiza hacerle recuperar la salud, sino simplemente adquirir el compromiso de hacerlo sentir lo suficientemente cómodo como para expresar dudas, temores y preocupaciones.
Evitar defraudar al paciente
- Este punto está ligado con el anterior, ya que un paciente defraudado puede desacreditar al médico fácilmente.
Establecer comunicación eficaz
- Con esta medida se garantiza conocer las expectativas y necesidades del paciente.
Motivar al equipo de trabajo
- Cada colaborar del consultorio, clínica u hospital es valioso, pues forma parte del engranaje que lo hace funcionar correctamente. Por tanto, hacer del lugar del trabajo un espacio agradable ayuda a que los empleados ofrezcan una imagen positiva de la empresa de servicios de salud frente a cada uno de sus usuarios.
Ser eficaz
- Puede parecer obvio, pero vale la pena recordar que la gente busca soluciones. De tal forma, hacer el trabajo correctamente desde el principio en todas las áreas de la empresa de servicios de salud permitirá ganar la confianza del paciente además de reducir costos y tiempo invertido; pensemos, por ejemplo, que la mala administración de la agenda del médico puede no solamente producir molestia al usuario del servicio, sino también hacerle perder tiempo y pacientes al galeno, con la consecuente afección de la marca médica y disminución de ingresos por pérdida de pacientes.
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