Los niños pequeños se vuelven físicos cuando están enojados y la ira forma parte de su carácter. Muchas veces puedes ver aterradoras y dramáticas demostraciones ya que los niños más pequeños no pueden expresar qué les pasa. Si quieres aprender a manejar la ira en tu hijo, a continuación te ofrecemos algunos consejos clave avalados por pediatras.
Aceptar la ira
Cuando tu hijo tenga un arrebato de ira, lo mejor es que le digas “Puedo ver que estás enojado”. Acéptala y dile “Está bien estar enojado” ya que quieres que tu hijo sienta que tanto él como sus emociones están bien; no quieres que sienta que tiene que ocultar sus emociones.
Anímalo a usar palabras
Los niños, naturalmente, no saben qué palabras usar. Es por eso por lo que tienes que enseñarles qué decir. Así que puedes decirle al pequeño “Cuando te sientas enojado, tienes que usar palabras” o “Realmente quiero escuchar lo que te molesta. Si lo dices con palabras te entenderé mejor y puedo ayudar”. Con el tiempo, los niños internalizan su voz y sus reglas.
Encontrar una solución positiva para la ira
Las rabietas en niños siempre se ven como intentos de manipulación. Los expertos siempre aconsejan a los padres a dejar “que lloren” o se arriesgarían a ser malcriados. Aunque es cierto que dejar que los niños lloren no les enseña una forma más positiva de manejarse a sí mismos.
Lo ideal es, por tanto, tratar de encontrar una solución para así motivarle hacia algo que le emociona. También puedes ofrecer una alternativa o un compromiso.
Establece un límite firme
Aunque deseas transmitir que está bien si tu hijo se siente enojado, debes dejar en claro que el comportamiento físicamente agresivo no está bien. . Si tu hijo golpea, debes decirle que “está bien estar enojado. Tu ira está bien. Pero no puedes golpear”. Debes dirigirlo hacia una forma positiva de reaccionar en la situación y explicarle su límite. Será más probable que los niños cooperen si la razón es convincente.
Encontrar un espacio tranquilo para manejar la ira
Si te encuentras en un lugar público, lo mejor es alejarte de espectadores. Concéntrate en tu hijo y en ti, no en el juicio de los demás. Esto aliviará cualquier presión que puedas sentir por parte de los espectadores y te permitirá relacionarte con tu hijo en privado. Cuanto menos ruido y alboroto haya, más fácil será para ti calmar a tu hijo.