El Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN), Salvador Zubirán, menciona en su sección de Aspectos Éticos en la Atención Médica, que “la ética médica juzga los actos médicos con base en cuatro principios fundamentales: no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia”.
De estos cuatro principios, el INCMN califica a la no maleficencia como el más importante de todos, pues significa que “cualquier acto médico debe pretender en primer lugar no hacer daño alguno, de manera directa o indirecta” bajo el principio básico llamado primum non nocere, que significa “primero no dañar”.
A continuación hacemos una breve descripción de estos cuatro principios éticos que nunca debes olvidar en tu práctica médica:
Principio de beneficencia
Se refiere a que los actos médicos deben tener la finalidad de ofrecer un beneficio para la persona en quien se realiza el acto, ya sea través de un medicamento o de una cirugía. De esta forma, cuando prescribas un tratamiento siempre debes tener en mente dos cosas: no hacer daño y beneficiar a tu paciente. Aunque parezca obvio y repetitivo, la diferencia entre no dañar y mejorar la salud de los pacientes es muy importante si se toma en cuenta la gran cantidad de efectos adversos de los medicamentos, algunos de ellos fatales.
Principio de autonomía
Tiene que ver con el derecho del paciente de decidir por sí mismo sobre los actos que se practicarán en su propio cuerpo y que pueden afectar directa o indirectamente su salud. El mayor ejemplo del respeto a la autonomía del paciente es el consentimiento informado, un aspecto muy importante en donde el paciente otorga su consentimiento para que cualquier procedimiento médico sea practicado en su persona, debido a que todo acto médico puede tener efectos indeseables e impredecibles.
Principio de no maleficencia
Se le considera como el principio más importante y significa que cualquier acto médico debe tener tener como único objetivo no hacer daño al paciente.
Principio de justicia
En este principio, el médico se ve obligado a tratar a cada paciente como le corresponde, sin más ni menos atributos que los que su condición amerita. Este principio eleva la idea de tener servicios de salud de óptima calidad accesibles para toda la gente de manera equitativa.
La aplicación de los cuatro principios de la bioética es de utilidad para llegar a una solución en caso de un conflicto ético durante la práctica profesional.