Muchos profesionales de la salud han caído en la cuenta de que la relación médico-paciente es la piedra angular que puede decidir que el tratamiento sea exitoso o no. Dicho vínculo, ya sea que dure poco o mucho (dependiendo de la clase de patología), puede variar en función de diferentes factores, pues el hecho de que una persona esté enferma es una razón que puede influir en la manera en que el médico se comunica verbal y físicamente con el paciente.
Y es que la comunicación juega un papel trascendental en la relación médico-paciente: la actitud, los gestos faciales, la expresión corporal, etc.
De hecho, algunos expertos han clasificado los tipos de relaciones que existen entre los profesionales de la salud y los pacientes, los cuales se pueden diferenciar de acuerdo al tipo de compromiso que el facultativo adquiere al atender a las personas.
Estos son los vínculos se pueden catalogar de la siguiente manera:
Fraternidad médica:
- Esta clasificación se refiere cuando el médico y el paciente desean solucionar la enfermedad en cuestión, pero sin llegar a desarrollar un vínculo personal.
Amistad médica:
- Ocurre cuando el vínculo es más fuerte y se distingue cuando el paciente se siente en absoluta confianza con el médico. La relación atraviesa la esfera profesional y entran en juego sentimientos y emociones, es decir, se trata de un vínculo profesional pero también afectivo.
Relación de transferencia-contratransferencia:
- Tiene su origen cuando el paciente logra compenetrarse con su médico proyectando en él sentimientos, vivencias y otra clase de sentimientos que ayudan a afianzar la relación.
Sin importar la clase de relación que tengas con tus pacientes, no olvides que la calidad es importante para ambas partes. Recuerda que el respeto, el conocimiento mutuo y la confianza son importantes para lograr el principal objetivo: superar la enfermedad.