“Con el Covid-19 el segmento más vulnerable no han sido los ancianos sino los hipertensos, los diabéticos y los obesos. En Europa la letalidad es un tema de envejecimiento, en México de pobreza” escribía Jorge Zepeda Paterson en El País recientemente. Como sabemos, la pobreza significa exclusión, exclusión de oportunidades y también ser excluidos de la información para actuar a tiempo. Parte de la estrategia del Gobierno Federal ha sido “echar la bolita” a las administraciones anteriores y confrontarse con la industria de alimentos y bebidas procesadas, pero si vemos con detenimiento como la comunicación oficial ha sido errática y la narrativa difusa, no nos deben de extrañar los resultados en muertes para estos segmentos de la población.
Entonces, ¿hay lugares en donde sus ciudadanos entendieron y lograron aplanar la curva sin destruir su economía interna y promoviendo la unidad? La respuesta es sí. El New York Times ha publicado una investigación en la que categóricamente afirma que durante la contingencia del Coronavirus: “El cómo está un gobierno comunicando a su población es el factor más importante para poder paliar una crisis de estas dimensiones” (su estrategia, vaya). En los países donde hubo una comunicación clara que logró cambiar los comportamientos de las personas -desde un inicio- ya están hoy empezando a respirar con alivio.
Naciones como Nueva Zelanda o Corea del Sur tuvieron un proceso de comunicación eficaz, cuya única receta fue adherirse a un simple A,B,C cuyo primer paso ha sido construir ante todo confianza. México no es el único caso de la fórmula contraría, al tener por un lado la voz de la autoridad Federal y por el otro la de gobernadores y otras autoridades locales en disonancia (Estados Unidos, por ejemplo, tampoco ha logrado llevar una línea congruente). No se necesita un doctorado para entender que los mensajes contradictorios desvían la atención de un pueblo. Por otro lado sus líderes se expresaron con franqueza, reconociendo desde un inicio que la crisis pegaría con fuerza y manejando la expectativa de una alta tasa de contagios (Angela Merkel, por ejemplo, advirtió que dos terceras partes de Alemania muy probablemente terminarían infectadas de Covid-19).
El segundo punto es conocer a la audiencia, el tipo de mensajes que pueden comprender, la estética con la que van a conectar y los medios en donde las personas prestarán mayor atención. Si analizamos los numerosos afiches-infografías de la campaña de Susana Distancia, quizás los códigos sean los correctos pero el exceso de texto y profusión de ideas no permiten a las personas entender en forma contundente qué deben de dejar de hacer o empezar a hacer de más.
Pero incluso estas estrategias no son suficientes si no se piensa en el largo plazo, tercera y quizás más importante de todas las estrategias. Japón por ejemplo inició con las mismas ideas que el resto del mundo: distancia social, lavado de manos, etc, pero en mayo introdujo un código de conducta pormenorizado para orientar en la “nueva realidad” a su ciudadanía. Esto incluyó directrices claras, concisas, pero sobre todo accionables, para cambiar los comportamientos en situación de hacer las compras, transporte público, comidas, ocasiones familiares y recreación o actividades deportivas. Todo ello con un objetivo en mente: reducir el contacto humano en un 80% en lugar de convocar a la restricción total de actividades durante meses o años. Medida más realista y que reparte la responsabilidad de lograr resultados de largo plazo en el pueblo japonés.
En México, todavía estaríamos a tiempo de trabajar con una meta común y bien comunicada para adaptarnos a esta forma de vida, durante los muchos meses que todavía quedan por delante.
¿Qué puedo hacer como profesional para alinear mis materiales de salud?
Las recomendaciones para lograr una comunicación apegada a la Alfabetización de la Salud seguramente habrían dado mejores resultados y son:
- Sepa lo que quiere decir y ponga su punto principal primero.
- Convierta sus mensajes principales en títulos.
- Responda a las preguntas de su audiencia.
- Escriba como un humano, para otros humanos.
- Pon tu mensaje principal al frente.