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Phineas Gage, el caso más asombroso en la historia de la neurociencia

Pese a contar con casi 2 siglos de antigüedad el accidente de Phineas Gage sigue siendo discutido y retomado en la actualidad.

Hablar de lesiones cerebrales traumáticas y cambios de personalidad sin retomar el caso de Phineas Gage, el paciente con daño cerebral más famoso en la literatura neurocientífica, resulta prácticamente imposible, pues realmente son pocos los casos en la historia de la medicina que continúan teniendo implicaciones relevantes en el conocimiento del comportamiento humano y el desarrollo de las neurociencias.

El caso de Phineas Gage ha sido interpretado y reconstruido generación tras generación, siendo tema de numerosas publicaciones que ilustran a detalle la dimensión de los hechos acontecidos aquel fatídico 13 de septiembre de 1848.

En aquel día, Phineas Gage, un trabajador de ferrocarril de 25 años en los alrededores de Cavendish, Vermont, se encontraba utilizando un barra de hierro de más de un metro de longitud y 6 kilogramos de peso con el objetivo de comprimir pólvora en el interior de una roca; sin embargo, para su infortunio la fricción de la barra contra la roca terminó por provocar una explosión, la cual propulsó la barra directamente a través de la mejilla izquierda de Phineas, por debajo del arco cigomático, con lesión del nervio óptico izquierdo y de la corteza del lóbulo frontal ipsilateral, con exposición de tejido encefálico.

No obstante el terrible accidente, el señor Gage sobrevivió e incluso su estado mental le permitiría viajar y realizar alguno que otro oficio antes de comenzar a presentar crisis convulsivas, siendo una de éstas la causa de su muerte en 1860.

De acuerdo con John Harlow, quien fungió como su médico, tras el accidente el joven era: “impulsivo, irreverente y en ocasiones se permite las blasfemias más groseras (lo que antes no era habitual en él), manifestando muy poco respeto por sus compañeros; carente de empatía, no tolera las restricciones, caprichoso e indeciso…”. Sobra decir que Harlow fue el primero en publicar los efectos de las lesiones de Gage en 1868.

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Poco menos de un siglo después, en 1940, Cobb determinó la trayectoria de la barra, y 40 años más tarde (1980) la investigación fue repetida mediante una tomografía computarizada. Posteriormente, en los años 90, se aplicaron modelos 3D al accidente, mientras que en 2012 Van Horn combinó estudios de imagen por resonancia magnética para demostrar el trayecto y la disposición arquitectónica de la lesión de las fibras del cerebro de Gage, con daño entre la corteza cerebral frontal al sistema límbico, involucrados en la regulación de las emociones.

Pese a la antigüedad de los hechos, el caso de Gage se ha convertido en una referencia en todo libro de texto, representando una valiosa contribución en el campo de las neurociencias y de pacientes en recuperación postraumática cerebral desde la óptica no sólo neurobiológica, sino también en un ámbito psico-social, además de las cuestiones críticas en el funcionamiento del lóbulo frontal.

El déficit de las funciones ejecutivas, memoria episódica, así como el procesamiento de las emociones establecen también una similitud a lo observado en pacientes que presentan demencia fronto-temporal y enfermedades neurodegenerativas.

También el presente caso nos sigue enseñando que la toma de decisiones y el aspecto cognitivo social son, en gran parte, dependientes del lóbulo frontal con implicaciones en el paciente neuropsiquiátrico de la vida actual, estando al servicio de nuestra libertad y nuestra capacidad para crear lo nuevo, lo bello y lo útil para el bienestar de nuestros pacientes.

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