La muerte de un menor de edad en Italia debido a la negativa de sus padres para la aplicación de una vacuna ha avivado de nueva cuenta la llama del conflicto entre los profesionales de la salud que miran en este tipo de insumos preventivos un mecanismo efectivo para la preservación de la vida y los llamados “grupos antivacunas” alrededor del mundo. La realidad es que el hecho es lamentable por donde quiera que se le observe.
El caso
¿Por qué decirle que “no” a una vacuna?
Un niño de seis años de edad perdió la vida la noche del pasado jueves 22 de junio, derivado del contagio de sarampión, enfermedad adquirida de sus hermanos mayores, quienes tampoco habían sido vacunados.
De acuerdo con los medios italianos, el menor de edad padecía de lucemia linfoblástica aguda (LLA), de la que ya se encontraba en proceso de recuperación, rehabilitación y tratamiento. Sin embargo, el motivo del deceso fueron las complicaciones pulmonares y cerebrales causadas por el sarampión, que afectó al deteriorado sistema inmunológico del pequeño.
Salud, ¿una cuestión de decisión familiar?
Al respecto, el asesor sanitario de la región de Lombardia, el doctor Giulio Gallera, explicó que esta dolencia tiene una probabilidad de curación de más del 85 por ciento.
Únicamente la inmunidad, que otorga la aplicación de una simple vacuna habría salvado al pequeño. La llamada inmunidad de grupo, la protección de la que goza el total de la población cuando al menos un 95 por ciento del colectivo está vacunada, es la única vía para proteger a los menores inmunodepresivos que han contraído enfermedades como el niño del hospital San Gerardo.
Lo ocurrido con este menor de edad en Italia cae dentro del 5 por ciento de la población en Europa que se resiste a la vacunación en etapas cruciales del desarrollo integral de niño.
¿Hasta qué punto la familia está capacitada para restringir una decisión en materia de salud pediátrica?
Por su parte, la familia no ha salido a dar alguna declaración pública, aunque, derivado de las declaraciones recapituladas por el personal médico del hospital italiano, se presume de que forman parte de los llamados “grupos antivacunas”; o, al menos, de su influencia.
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