De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hipertensión arterial causa anualmente 7.5 millones de muertes aproximadamente, lo que equivale al 12.8 por ciento de todas las muertes que ocurren en el planeta.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres y de la Universidad de Cambridge, anunciaron el descubrimiento de 31 nuevos genes que aparentemente están relacionados en el proceso de la presión arterial, por lo cual ha aumentado el número de genes asociados a la hipertensión arterial.
De esta cantidad, tres genes podrían tener un gran impacto sobre la presión arterial en comparación con otros genes ya conocidos.
“Utilizamos datos genéticos y registros médicos de más de 347 mil adultos procedentes de diferentes países como Reino Unido, Suecia, Finlandia, Estados Unidos y Pakistán. Después de varios intentos, logramos identificar 31 nuevas regiones genéticas ampliamente ligadas a la presión arterial”, dijeron los investigadores.
Los científicos mencionaron que en el estudio participaron personas sanas, así como individuos con diabetes, hipertensión o enfermedad arterial coronaria.
“Durante nuestro descubrimiento logramos observar algunas alteraciones del ADN en tres genes específicos los cuales podrían tener grandes efectos sobre la presión arterial, incluso al doble que la observada en los genes que ya han sido descubiertos anteriormente”, indicó Patricia Munroe, una de las investigadoras del presente trabajo.
“Uno de los tres nuevos genes que pudimos descubrir lleva por nombre RBM47, encargado de codificar una proteína que modifica el ARN. Otro gen es conocido como RRAS y está relacionado en el proceso del ciclo celular. El tercero se llama COL21A1 y está asociado en la formación de colágeno en una gran cantidad de tejidos del organismo”, dijo Munroe.
“Gracias a este descubrimiento se podrían utilizar fármacos que ya están en el mercado, pero que ahora pueden ser empleados como medicamentos efectivos para controlar la hipertensión arterial”, explicó la especialista quien también es coautora del estudio publicado en la revista Nature Genetics.