El tema del aborto ha levando polémica en Texas desde que una decisión de este año de la Suprema Corte de Estados Unidos revirtiera una legislación estatal que restringía el número de clínicas de aborto en la entidad.
La semana pasada una propuesta de ley del gobernador Greg Abbott, la cual proponía que estos centros enterraran o incineraran los restos fetales fue aprobada, de modo que la batalla para erradicar la interrupción del embarazo tomó un nuevo giro.
Grupos provida consideran que esta es una forma humanitaria de tratar a los no nacidos, mientras que los opositores han manifestado su rechazo a la medida, la cual consideran apelar a los tribunales superiores.
Una de las dos clínicas abortivas en El Paso opinó que la medida es “absurda” y constituye un obstáculo que se está usando para impedir que las mujeres interrumpan el embarazo.
Al respecto, el Texas Tribune retomó un correo electrónico en el que Abbot señala que tales medidas se deben a su compromiso adquirido con la protección de los “derechos de los que no han nacido”:
Creo que es imperativo establecer estándares más elevados que reflejen nuestro respeto por la santidad de la vida.
De acuerdo con la nueva ley que entrará en vigor este 19 de diciembre, el tejido fetal abortado debe ser manejado como un cadáver, para el cual se sigue un proceso de cremación o entierro que la ley autoriza.
Aunque hay voces que además consideran esto un gasto en vano porque el servicio funerario y el de cremación serían muy costosos para “algo tan pequeño” (la cremación en funerarias privadas oscilaría entre los 75 y 100 dólares, mientras que un ataúd apropiado alcanzaría los 100 dólares y el espacio en el cementerio 500 dólares) el gobernador ha dejado clara su postura:
Texas requerirá que las clínicas y los hospitales entierren o cremen restos humanos y fetales. Yo no creo que los restos humanos y fetales deban ser tratados como desperdicio médico.
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